Soy huérfano de padre, él tenía un bigotote y yo no.
Dicen que estoy loco, dicen; tal vez tengan algo de razón. No me gustan las novelas ni las luchas de la WWE (ya no hay diferencia, antes si me gustaba ver sangre en los cuerpos de Batista y John Cena y el sudor en los de Michelle McCool y Maria Kanellis [aunque ésta última tenía caries]), tampoco me gustan los pseudodocumentales acerca de OVNIs y fantasmas de History, de NatGeo y Discovery. Odio a los estúpidos HOYGANS y a todo espécimen que se le parezca, la música Duranguense, el Reggaeton (o cómo se escriba [excepto el perreo de las chicas, los hombres que lo bailan son jotitas]), la moronga, el hígado encebollado y la pancita. Tal parece que no me gusta la mayoría de las cosas.
Si me gustan las papas a la francesa, los domingos por las mañanas, el helado de Chongos Zamoranos, Ubuntu, Windows (já), los libros (especialmente las novelas), la ciencia, mi iPod, mi novia, la cerveza, las películas (nadamás las de buen gusto), mi hermano y mi mamá. Y vivo atrapado en el Age of Empires.
No soy gay, pero de verdad que apoyo su causa, mi postura política es como la de un agnóstico frente a la religión. Me considero deísta porque lo que no puedo comprender (infantilmente) lo lleno con algo que comprendo aún menos.
Y...
...ya.
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